Jacobo Grinberg Zylberbaum fue un investigador mexicano interesado en descifrar los misterios de la mente y un pionero en los estudios de la conciencia en nuestro país. Estudió psicología en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), realizó una estancia en Nueva York en The Brain Research Institute, colaborando en el laboratorio de Erwin Roy John, quien fue el creador de la idea de que la memoria estaba distribuida por todo el cerebro. En 1987 Grinberg se doctoró con la tesis “Correlativos electrofisiológicos de la comunicación humana” y ese mismo año fundó el Instituto Nacional para el Estudio de la Conciencia (INPEC).
A tres décadas de su desaparición, tanto su persona como su obra siguen envueltos en un halo de misterio que fascina, debido a que la noción inusitada de la realidad descubierta por Grinberg pone en tela de juicio el paradigma cartesiano, explicando que la dualidad no se puede sustentar, pues tanto los objetos como la conciencia que decodifican la realidad provienen del mismo sustrato.
Fue catedrático, investigador y director del laboratorio de comunicación humana en el área de posgrado de la Facultad de Psicología en la UNAM. Publicó más de 50 libros; por su difusión, destaca la colección “Los chamanes de México”. Además, participó en múltiples congresos nacionales e internacionales y publicó en revistas especializadas. Su obra no sólo se circunscribe a textos y artículos científicos, también escribió cuento y novela.
A mediados de los ochenta, con el movimiento denominado Posmodernidad cobran mayor importancia los estudios multidisciplinarios y la necesidad de dialogar con la diversidad de saberes humanos, en particular en los medios académicos y científicos. También adquieren relevancia los conocimientos subyugados que están constituidos por saberes populares, regionales, indígenas, locales o aquellos conocimientos que no forman parte de la cultura occidental.
Los temas de investigación desarrollados por Jacobo Grinberg-Zylberbaum dieron relevancia a la cultura ancestral de nuestro país y sus conocimientos subyugados. Es probable que los cuidados que le brindara su nana, quien era una mujer de origen indígena, lo hayan sensibilizado con los saberes de los pueblos originarios.
Grinberg se interesó en develar los secretos de la conciencia de los chamanes y ser partícipe en las cirugías psíquicas de Doña Pachita. También generó una metodología para usar la visión extraocular o visión directa con niños, creó la meditación autoalusiva e incorporó diversas tradiciones espirituales y escuelas místicas las cuales formaban parte de su enfoque de estudio. Se trasladó por distintas zonas de México para adentrarse en la cosmovisión de los hombres y mujeres de conocimiento, y en su laboratorio estudió el cerebro de los Chamanes y Lamas tibetanos, midiendo la actividad cerebral tanto de estos últimos, como de parejas de meditadores a quienes colocaba en habitaciones distintas, con la intención de saber qué ocurría en el cerebro de ambos, si sólo una de las personas era estimulada.
La lectura de su amplia colección paulatinamente va develando la variedad de disciplinas que fue incorporando: psicología, neurofisiología, física cuántica, psicofisiología, antropología, así como elementos de la mística judía, cristiana, conocimientos del Budismo y del yoga hindú. Fue practicante de meditación de diferentes tradiciones y estudioso de las ciencias contemplativas.
La Teoría Sintérgica (TS) es el resultado de 15 años de indagación y experimentación. El hilo conductor de su búsqueda pretende dar respuesta a una pregunta de investigación que atraviesa gran parte de su obra: ¿Cómo se crea la experiencia sensible?
Para Grinberg, las experiencias no son internas pero tampoco externas, más bien se ubican en el espacio, lugar en que interactúan el campo neuronal con la Lattice o Campo Cuántico. Tanto una como otra estructura, son semejantes a una red y forman una matriz holográfica la cual posee una capacidad de inclusión informacional colosal. La gran mayoría de las personas sólo podemos decodificar una pequeña porción de esa información.
El Campo Neuronal no se limita al interior del cerebro, más bien aparece en la estructura global del espacio, y es el responsable de la unificación de toda la actividad cerebral. Para la Teoría Sintérgica, el espacio tiene una estructura aunque lo percibamos como invisible, ya que todo lo que existe es “espacio” en diferentes niveles de organización, tanto un paisaje, un cielo estrellado o cualquier cosa de la realidad cotidiana. Lo que percibimos en realidad es el espacio que contiene todos los objetos; por ende el espacio y la materia son un continuo.
Grinberg descubrió que en el cerebro de los chamanes había una mayor coherencia intra e interhemisférica, una elevada inclusión informacional y una gran conectividad, es decir, eran cerebros con elevada neuro-sintergia y debido a ello eran capaces de decodificar información inaccesible para muchos individuos. Asimismo, dichos estados cerebrales están vinculados con la conciencia de Unidad y cuando ésta se experimenta, la persona es capaz de modificar la realidad desde sus orígenes, debido a que su campo neuronal temporalmente no distorsiona la Lattice del espacio-tiempo.
Producto de sus investigaciones, también planteó que los campos neuronales debían interactuar generando patrones de interferencia intercerebrales. A la estructura de la Lattice que incorpora todos estos patrones, la llamó Hipercampo e Hipercampo extendido, compuesto este último por los campos neuronales de cerebros no humanos. Por tal, el Hipercampo equivaldría a un Campo Neuronal planetario cuya estructura global depende de las interacciones intercerebrales.
Con respecto a la Conciencia, rechaza la división materia/conciencia o mente, ya que la aparición de cualquier partícula, objeto o percepto se explica por la distorsión que realiza el campo neuronal en la Lattice del espacio-tiempo, por consiguiente no existe como tal la materia, sino la conformación de un patrón de interferencia específico resultante de la interacción entre ambos. La conciencia constituye nuestra única experiencia y comparte con la llamada materia el mismo sustrato, la cual también es conciencia pero en diferente grado de complejidad. Por lo tanto, la conciencia y no la materia, es el fundamento de la realidad y lo que denominamos materia es una manifestación de la conciencia.
Si algo caracteriza su obra es su carácter críptico, y en algunos apartados hasta hermético, como si Grinberg hubiera tenido acceso a la filosofía perenne; aproximándose a sabidurías de las que sólo nos podía compartir un aperitivo del banquete. Incluso en algunas partes de sus textos se perciben estados de éxtasis por las posibles revelaciones obtenidas. Y cuando se refiere a la conciencia de unidad están presentes emociones exaltadas de dicha, amor, hermandad y sublimación, que quizás se relacionan con sus vivenciadas durante los estados de meditación profunda. Sus descubrimientos no sólo se trataban de una comprensión lógica o teórica de los fenómenos, sino de una experiencia intuitiva y sutil vinculada a estados ampliados de conciencia.
En sus entrevistas vemos un ser que se relacionaba de forma apasionada en todos los ámbitos de su vida, tanto en su trabajo como sus relaciones íntimas y fraternas. Cuando las emociones son intensas y tanto el amor como el erotismo están presentes pueden convertirse en un motor que nos inspira e impulsa nuestra creatividad y proyectos, como fue su caso.
¿Qué ocurrió con Jacobo Grinberg Zylberbaum? Existen muchas hipótesis y cada quien emitirá sus propias conclusiones. Yo prefiero imaginarlo en otro nivel de realidad, descifrando enigmas insospechados en su laboratorio, tal como lo soñé hace pocos días. Una de las aportaciones más sorprendentes de este científico es que la interacción entre cerebros tiene un efecto sobre el resto de la comunidad: nuestras emociones y pensamientos alimentan, favorecen, repercuten y provienen del Hipercampo, por ende los diálogos internos no son producto de una mente individual sino de una conciencia colectiva, ya que toda experiencia se encuentra sumergida en una estructura energética que se origina en el cerebro de todas las criaturas vivientes como señala el autor.
Formamos parte de una aldea global en la que todos somos responsables y con nuestras elecciones cotidianas determinaremos si la humanidad seguirá un proceso de desarrollo, evolucionará o sucumbirá por un colapso ecológico, un conflicto bélico o la permanencia de modelos económicos y estilos de vida que sólo ponderan los beneficios inmediatos. Por tanto, es importante asumir compromisos individuales, promover la necesidad de mantenernos en estados de conciencia plena; transmitir una cultura que pondere la unidad frente a las diferencias, teniendo siempre presente que la conciencia no se circunscribe sólo a la mente, más bien se extiende como algo universal a todos los sistemas que nos rodean, donde cada ser tiene un distinto grado de conciencia.
Bibliografía
Grinberg-Zylberbaum J. (1978). Los fundamentos de la experiencia. México: Trillas.
Grinberg-Zylberbaum J. (1979). El cerebro consciente. México: Trillas.
Grinberg-Zylberbaum J. (1988). Psicofisiología del poder. México: INPEC.
Grinberg-Zylberbaum J. (1990). La creación de la experiencia. México: Los libros del comienzo.
Grinberg-Zylberbaum J. (1991). La teoría sintérgica. México: INPEC.
Grinberg-Zylberbaum J. (1994). El yo como idea. México: UNAM-INPEC.
Grinberg-Zylberbaum J. (2008). Meditación autoalusiva. México: Ediciones B.